miércoles, 10 de septiembre de 2014

El indomable Tamerlán se rinde a Yassawi


Akhmet Yassawi fue un reconocido maestro del sufismo, un movimiento místico dentro del Islam que comenzó en el siglo noveno. Nació en 1093 y pasó la mayor parte de su vida en Yassy (antiguo nombre de Turkestán), para terminar muriendo allí en 1166. A los siete años quedó huérfano y de su educación se encargó Arystan Baba, su padre espiritual. Ya entonces era un chico con una buena formación y grandes convencimientos espirituales. Su padre era muy reconocido en la región por su sabiduría y por innumerables hazañas que ponían de manifiesto su honradez. Con esos antecedentes, bajo la tutela de Arystan Baba,  el joven Akhmet alcanzó pronto un alto nivel de madurez y poco a poco comenzó a ganar fama en todas partes hasta convertirse en un personaje muy venerado en Asia Central y muy apreciado por divulgar y popularizar el sufismo a pesar de la invasión de los mongoles. También fue un destacado poeta, gran filósofo y estadista.


A los 63 años, por respeto a Mahoma, que murió a esa edad, decidió alejarse del mundo y se encerró en una celda subterránea en la que pasó el resto de sus días hasta 1166, cuando falleció. Fue enterrado en un pequeño mausoleo, que se convirtió en un importante lugar de peregrinación para los musulmanes. Desde entonces los seguidores de Yassawi comenzaron a acudir al mausoleo a visitar la tumba del sabio y anualmente miles de personas viajan a Turquestán para honrar y rendir homenaje al legendario personaje. Poco a poco, durante siglos, el rito se fue convirtiendo en una peregrinación que se extiende cada vez más entre los sufíes. Tanto es así que llega un momento en el que muchos musulmanes consideran que tres visitas al mausoleo de Yassawi equivalen a una peregrinación a La Meca.

En el centro de la espaciosa sala central del mausoleo se levanta un caldero de bronce (Taiqazan), un legado de una maravillosa metalurgia de bronce medieval cargado de historia, elaborado en el siglo XIV. Su altura es aproximadamente la de un ser humano. El caldero pesa dos toneladas y puede almacenar más de 300 kilogramos. Durante muchos años se mantuvo la tradición todos los lunes y viernes de cocinar una comida caliente en el caldero para distribuir entre los sirvientes del mausoleo, los visitantes, los huérfanos, los pobres y los necesitados.


La popularidad de Khoja Akhmet Yassawi no desapareció tras su muerte. Dos siglos después, el mismo Amir Timur, el poderoso Tamerlán, quiso construir una mezquita alrededor de la tumba del místico líder sufí, al que admiraba profundamente. Toqtamish, el khan de la Horda Dorada, enemigo encarnizado de Timur, durante una de sus incursiones a Turquestán había saqueado la tumba de Yasawi. Amir Timur, en un acto de venganza, aniquiló a las fuerzas de Toqtamish y con el botín de la batalla ordenó la construcción de un mausoleo sobre la tumba de Yassawi, como señal de respeto a la región sacra. Por dos ocasiones consecutivas, cuando ya habían levantado las paredes del edificio, hubo en la zona fuertes tormentas que las derrumbaron. Tamerlán interpretó lo desastres como una llamada de atención de los dioses. Un anciano del lugar aconsejó a Timur que si quería  levantar un edificio en homenaje a Yassawi tenía que homenajear previamente a su mentor y construir antes un mausoleo sobre la tumba del místico Arystan Baba, que era el verdadero hacedor del pensamiento de Yassawi. Y así lo hizo.


El mausoleo de Arystan Baba está en Kazajstán, cerca de las aldeas de Kogam y Otrar. Lo comenzó a levantar Tamerlán en 1389 sobre la tumba original del siglo XII. La construcción se detuvo con la muerte de Tamerlán en 1405. A pesar de su estado inacabado, el mausoleo ha sobrevivido como uno de los mejor conservados de todas las construcciones timúridas. El edificio, que había sido destruido por un terremoto, fue reconstruido en la primera década del siglo XX y continúa siendo un importante centro de atracción para muchos peregrinos de toda Asia Central. Incluso se considera como un signo de la identidad nacional de Kazajstán. La UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad en 2003. En las inmediaciones del mausoleo de Arystan Baba se encuentra un pozo de agua salada que parece grandes propiedades saludables por lo que mucha gente acude al mismo para beber y llevarse el agua milagrosa.


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