domingo, 16 de marzo de 2014

Pero, ¿qué es esto de la ruta de la seda?

En Occidente la seda fascinaba, desataba pasiones. Aquella tela vaporosa y suave era consideraba un artículo preciado de gran lujo. Los romanos se quedaban extasiados ante la fina textura de aquel tejido maravilloso. La seda era valorada como una auténtica joya y sus poseedores eran admirados. Tener sedas era signo incuestionable de prestigio. Su naturaleza se desconocía, pero nadie podía suponer que no era de origen vegetal. 

Desde mucho antes de la era cristiana, el cultivo del gusano de seda fue patrimonio exclusivo de los chinos. Y continuó siéndolo mucho tiempo después porque su secreto fue celosamente protegido durante siglos. Aventureros, expedicionarios y comerciantes comenzaron a transitar desde oriente hasta diferentes lugares de Europa transportando el codiciado tejido. Y así comenzaron las primeras vías de transporte de la seda entre oriente y occidente.

Poco a poco, estas rutas se fueron convirtiendo en transitados itinerarios comerciales para el traslado de otras mercancías, como lana, joyas, licores, especias, marfil, metales o piedras preciosas. Además, con el trasiego de la seda se desplazaban de un lado a otro ideologías, lenguas, cultura, arte, tradiciones y religiones. En el camino se crearon núcleos de población y se desarrollaron actividades que florecieron gracias al movimiento económico que el movimiento de mercancías y gentes generaba a su paso. Grandes Imperios de la historia de las civilizaciones surgieron como consecuencia de alguna relación con estas rutas, ya fuera de dominio sobre alguno de sus tramos, o de utilización política para la expansión de sus influencias: el Imperio persa, el indio, el Imperio mongol de Gengis Khan o los pueblos árabes bajo la influencia del Islam, hasta llegar a las grandes potencias europeas medievales como Italia, los Países Bajos, Francia, España o Portugal.

Tienen más de dos mil años, pero no se puede datar con precisión el momento en que se inauguran estas rutas que la seda establece entre Oriente y Occidente, desde Xian o Calcuta hasta Estambul o Venecia. Se sabe que en el siglo II a. de C. los emperadores de la dinastía Han china llegaron hasta los territorios de Asia Central en busca de aliados para hacer frente a las invasiones de las tribus nómadas del norte y que hasta allí llegó también el ejército romano durante su guerra particular con el Imperio parto. Los romanos quedaron fascinados con el descubrimiento de un nuevo tejido, suave y brillante, de origen desconocido.

Con semejante legado histórico y cultural, aunque como itinerario comercial dejó de tener sentido hace ya siglos, la Ruta de la Seda sigue siendo una senda apasionante que hoy es recorrida por aventureros, viajeros nostálgicos, turistas curiosos y por científicos que buscan restos de legendarias culturas, formas artísticas y religiosas, ciudades y estados que nacieron, se desarrollaron y desaparecieron con ella.

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