lunes, 6 de octubre de 2014

Karakol, la tumba del explorador

En la zona más oriental de Kirguistán, muy cerca de China, en las inmediaciones del lago Issyk Kul y al pie de las montañas Tian Shan, se encuentra la ciudad de Karakol, que en kirguís significa algo así como muñeca negra, una pequeña ciudad de unos setenta mil habitantes, que se llamó Przhevalsky durante la época de dominación soviética, en honor al gran explorador Nikolai M. Przhevalsky, un militar ruso del siglo XIX, naturalista y científico, que dedicó su vida a la exploración de Asia Central. Su gran objetivo era llegar a Lhasa, la ciudad prohibida, tras cruzar todo el Tibet, donde no había estado ningún europeo. Pero su viaje terminó aquí y aquí, a orillas del lago, quiso ser enterrado y no  en San Petersburgo donde vivía.




Una de las ofertas curiosas de la ciudad es la Catedral de la Santísima Trinidad. Este edificio singular de madera es un claro ejemplo de iglesia ortodoxa rusa del siglo XIX. Está construida sin un solo clavo. Son llamativas las cinco espectaculares cúpulas doradas. Fue erigido en 1895 y parcialmente destruido por los bolcheviques en 1930. Durante un tiempo la iglesia fue usada como salón de baile y también como establo. Los servicios religiosos se reanudaron después de su reconstrucción en 1991. Aunque en Kirguistán la religión predominante es el islam, hay también un 17% de cristianos ortodoxos. Esta iglesia rusa ortodoxa guarda un icono único de la Virgen María de Tikhvinian muy venerado por los fieles, al que se le atribuyen propiedades milagrosas de curación para muchas enfermedades y dolencias.



Merece la pena una visita a la Mezquita Dungan, una de las obras arquitectónicas más espectaculares de Karakol. Dungan es el nombre con el que se conoce a los chinos de la etnia hui residentes en Kirguistán. La mezquita fue contruida en 1911. No obstante haber sido construída por los dungan sirve de templo religioso a todos los grupos étnicos de Karakol que profesan el Islam. El edificio impresiona por los perfectos acabados en madera, en algunos de los cuales se pueden hallar motivos de la mitología china. La mezquita tiene un minarete de pequeño tamaño y realizado íntegramente en madera por artesanos chinos. 

En las afueras de Karakol hay un pequeño y delicioso museo dedicado a Nikolai M. Przhevalsky, el hombre que dio nombre a la ciudad durante la época de la dominación soviética. Explorador, geógrafo, militar y científico, Przhevalsky realizó cuatro viajes a los confines del sur de Asia Central. En aquellos momentos los recorridos entre este y oeste ya eran muy conocidos gracias a la Ruta de la Seda, pero no pasaba lo mismo entre el norte y el sur, cuyos desplazamientos eran mucho más complicados a través de rutas complicadas que tenían que atravesar los desiertos y las cordilleras más inaccesibles de la Tierra. Para la exploración de estos lugares hacía falta unas condiciones físicas excelentes y un valor y una temeridad sin límites. Además de su carácter aventurero, no hay que olvidar que Przhevalsky era un militar enviado del emperador ruso. El objetivo obvio, aunque no declarado, era establecer las bases para incorporar todas esas tierras al imperio zarista.

Según comentarios de sus contemporáneos Przhevalsky era un hombre raro, aunque quizás no hay más remedio que ser un poco especial, un tanto extravagante para afrontar esos retos y llevar esa vida de riesgo permanente. Nunca se casó y según parece tampoco tuvo muchas novias. Decía que una vida así no era posible hacerla compatible con el matrimonio. Muchas veces se ha comentado que probablemente era homosexual y que los oficiales que elegía para acompañarle eran, además de hombres valientes, sus amantes. 

Algo que a nadie se le pasa por alto es su gran parecido con Stalin. Es asombroso.

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